martes, 30 de septiembre de 2008

Silencio

A esa hora de la noche en que las luces se enredan en las pestañas como pelusas, entendí que ibas a besarme, y empezó el silencio.

Me reí y te incomodó que no te dijera porqué. A mi me inquietó tu forma de mirarme con los ojos entreabiertos y la boca rosa y cerrada. Sonreías un poco, pero no sé lo que pensabas.

Nosotros no somos buenos en el silencio. Entre todos los demás, nos buscábamos de lejos, nos sonreíamos; las palabras hacían cosquillas y siempre éramos vos y yo, sólo vos y yo. Y otras veces caminábamos despacio entre las historias, los gatos, las baldosas rotas, los colectivos que a la madrugada brillan siniestramente vacíos, y nos sentíamos tan fuertes e inteligentes. Somos habladores, nos queremos porque sabemos que es un juego, reconocemos las caricias y los empujones en lo que decimos, y también nos acariciamos y nos empujamos y es todo parte del mismo juego.

No somos buenos en el silencio. Tampoco nos gusta decir cosas que nuestros cuerpos no confirman. Ya no me gusta sonreírte a la cara porque temo lo que pensás y no me decís. El juego era decirnos todo, aunque en realidad no lo hiciéramos. Ahora sé qué es lo que no me decís, y vos sabés que es lo que yo no te digo. No, no pretendas que te siga la corriente. Tengo algo trabado en la garganta, como el último mate, tibio triste y lavado. Lo que no me dejás decirte está creciendo, lo ocupa todo. Los silencios eran vacíos, ahora son manchas, cajas entre nosotros. Tu ausencia era sólo no estar acá, ahora significa permanentemente tu rechazo. Si me ves llorar, vas a odiarme, vas a despreciarme para siempre.

Esa noche no te entendía, y te abracé más fuerte, pero los cuerpos son torpes, son ambiguos, y no dan risa. No sabía hacerte cosquillas, y no me gustó que todo se volviera serio. Nosotros sólo sabemos divertirnos con palabras. Me gustaría besarte sin imaginarme lo que estás pensando, me gustaría que abrazarte diera menos miedo. Sos infinitamente cruel, y desde acá huelo tu cuello y tu pelo pero no puedo sonreírte a la cara, porque es toda rechazo, rechazo rosa y cerrado.

es tan dificil darse cuenta de la ayuda que el otro reclama en silencio?? hace falta quizas ser mas transparente. Pero yo no puedo, entonces necesito a veces que el otro de el primer paso ante tristezas tan obvias. Despierten y despiertenme a mi por favor. Soy un actor, solo vivo tratando de conseguir actitudes en el otro que despierten mis placeres egoistas y estupidos, porque no consigo despertar otra cosa. entonces nunca soy yo, pero me doy cuenta que quizas por no se quien soy. Soy victima y victimario. Uno de los tantos idiotas que dominan este mundo

sábado, 27 de septiembre de 2008

"Si es que estoy cansando de gritarte...
es que solo quiero despertarte"

Historia de palabras supongo

Se mecía, detrás, delante, alrededor, en algún lugar. En todas partes. La cuestión es que ahí estaba. El deseo, las barreras, triste sinfonía poética. Y yo allí, y aquí, y delante y etc. Y no puedo, sabés porque no puedo, y lo saben otros. Pero lo sé yo y vos, y es suficiente. Pero lo que yo sé no basta. Porque al fin de cuentas todos sabemos, y yo sobre todo que no se nada. Pero si no se nada no se porque lo postulo tan taxativamente. En fin, academicismos.
Lo importante es que estás ahí, en este momento delante. Aunque antes en la primigenia de todo esto estuviste detrás. O no se si detrás, pero oculta. Y cuando yo estuve en ese instante de entre tantos instantes estuviste alrededor y por supuesto luego, después, delante. Porque no me digan que las cosas no tienen lógica!!
Pero la cuestión no es la lógica, porque si fuera por ella (la lógica) o talvez (Ella), no importa!!! no estaría diciendo o escribiendo (que no es lo mismo pero lo es) ESTO.
Y… qué es esto? Es una declaración por si todavía no se dieron cuenta. Pero es claro que no es una declaración hacia el otro. Gran pensamiento deductivista, para aquellos que creen que no aprendí nada.
Pero (el eterno pero) estamos de acuerdo que es un pensamiento (porque es lo único que tenemos). Y esta música anacrónica también estaba allí. Y como toda melodía unía o separaba. Y ese O no es casual ni impertinente. Es un O (que obviamente es un cero (si es un límite o no uds. dirán)). Porque la disyuntiva no depende del momento o el espacio sino de la/s personas. Y ahí entro yo con mi distinguida actitud de no se que y te veo con tu seguridad de que sabés que yonoseque. Y claro, de que yo no soy quien. Pero esto último lo se yo. Vos solo ves. Y lo que ves, es eso. Y nada. Y si lo pienso y lo repienso y no lo pienso y lo recontrapienso veo lo mismo.
Nada
Pero mi mirada es como la música, totalidad en un punto y efemeridad en todo lo demás. Y vos. Y la totalidad. Que sos vos, y lo sabés, pero yo no. Y ahí te quiero ver! Porque esa totalidad no es más que un fragmento, que sobrevuela, o vuela, o algo hace. Pero a vos te hace y no te hace, mientras que a mi no solo me hace y no me hace y me des-hace sino que me deconstruye y me construye y quizás solo me ficcionaliza.
Pero todo está ahí. Y no paran los peros y no descansan los y, y mucho más me desvelan los o. Y si te veo es porque estoy acá. Vos no lo sabés PERO estoy, en esta sala extraña Y tan mia O tan tuya. Y tan nuestra PERO no, o quizás si. Pero el si no merece mayúsculas. Porque no se, porque no quiero, porque no estoy, porque vos no estas.
Es solo una vida
agotada, escurrida quizás
Fusionándose por momentos

eternamente

……..Con labios silenciosos
…en un mero pedazo de cristal

que acarician
lo abrazan
la acallan
-------------y está todo allí

la gota se mece
----cae

se detiene

------------vuelve a caer
se derrama
y se olvida
en dedos demasiado blancos

demasiado fríos

jueves, 25 de septiembre de 2008

El Colectivo

Los días no son todos iguales ni aún cuando se está subyugado a la más asfixiante de las rutinas. Cada día que pasa bajo semejante régimen es peor o mejor que el anterior, pero nunca igual. Cuando se hacen cosas durante toda la semana hay distintos tipos de días. El lunes es un día triste, pero uno no quiere darse cuenta. El fin de semana hace que se renueven un poco los temas de conversación. El martes uno ya está compenetrado con su tarea y no se pone a pensar tanto que podría estar haciendo otra cosa. El miércoles uno empieza a pensar todo el día en que al llegar a su casa podrá tirarse a dormir a recuperar el sueño perdido. El jueves es el peor día. Es cuando uno está más cansado, porque ya lleva cuatro días de esfuerzos, pero todavía se siente lejos del final. Esa sensación de que uno está perdiendo su tiempo de vida en vano suele ser frecuente. El viernes en cambio, la alegría del último día y la esperanza de una posterior salida con amigos y con cervezas que nos hagan olvidar quiénes somos para poder el lunes siguiente empezar la farsa de vuelta con ganas opacan cualquier cansancio. Esta secuencia se repite una y otra vez, hasta que uno se cansa de lo ficticio de nuestra sociedad y exponiendo nuestros verdaderos sentimientos, nos damos cuenta que ya nada es lo mismo y que son pocos o ninguno los que nos entienden realmente. Devorado por una rutinosa semana de trabajos pendientes, fue que un jueves me pasó lo siguiente.
Aguardé al colectivo como siempre con la esperanza de que durara poco la espera y mucho el viaje. Ese número que se acerca y que corresponde al que a uno lo lleva a dónde quiere -no sea cuestión de tomarse el colectivo equivocado y terminar en un punto más lejano aún de aquel al que se quería llegar- no tardó mucho en venir. Al subirme tuve la necesidad como siempre de corroborar el número del boleto con el número del colectivo al que me había subido. La coincidencia evitó que me asustara; aparentemente me había subido al coche indicado. Haber tomado todos los recaudos posibles me hizo sentir tranquilo y seguro. Siempre me gusta hacer eso. Sabré en tal caso que si algún día me va mal no será por mi culpa. Mi mente previsora de todas las consecuencias no me tomará jamás por sorpresa. Si algo sale mal, mejor poder culpar a los otros.
Como siempre, el colectivo estaba lleno, pero dadas las habilidades que mi experiencia me dio para ubicarme en el lugar justo, no pasaron muchas paradas hasta que una persona que se bajaba me cediera el asiento. La relajación de ya no tener que cargar con el peso de mi cuerpo y de mis pertenencias sobre mis pies como es costumbre en los transportes públicos abarrotados, y la violencia con que el colectivo me meció de un lado a otro como si yo fuera un bebé en su cuna hizo que sin darme cuenta me durmiera.
Cuando desperté, no reconocí dónde estaba. Me bajé apurado del colectivo antes de ocurrírseme preguntarle al chofer cuánto me había pasado. Una vez en la calle decidí ir hasta una esquina para ver el nombre de la calle y buscarla en la guía T que nunca olvidaba llevar conmigo. La búsqueda resultó no obstante inútil. La calle por la que estaba no figuraba en mi libro. Caminé una cuadra más y repetí la operación con iguales resultados. Saqué mi celular para llamar a mi jefe y explicarle que me había pasado y que no tenía ni idea de dónde estaba, que me disculpe, que vería qué hacer para llegar, si ya no en horario, por lo menos lo antes posible. La señal del aparato sin embargo estaba en cero. A pesar de que lo moviera por sobre mi cabeza hacia todos lados, ésta no levantaba ni una línea. Sería imposible por lo tanto que llamara o recibiera llamadas. Opté entonces por preguntar a algún peatón. Cuando le hablé al primero que pasó, éste siguió de largo moviendo su dedo índice en forma de péndulo invertido y señalando con el índice de su otra mano su oreja. “Qué mala suerte, venir a preguntarle justo a un sordo”, pensé. Sin embargo la cuestión no cambió mucho con el siguiente caminante. “Discúlpeme, ¿le puedo hacer una pregunta?” Como respuesta recibí una jerga completamente extraña, un idioma que no logro identificar y que jamás había oído antes. El problema fue que eso me siguió ocurriendo con todos los demás. Probé con comerciantes, policías, peatones, conductores de moto estacionados. En todos los casos se dio la misma ininteligibilidad, la misma incompresibilidad. Ni yo reconozco palabra alguna de las que me dicen, ni nadie da muestras de reconocer aquello que yo les digo.
El problema se perpetúa hasta el presente. Todavía estoy buscando alguien que hable mi mismo idioma, pero no he encontrado quien pueda guiarme en lo absoluto. Pensé haber encontrado una persona, pero después de intercambiar algunas palabras en las que creíamos entendernos, su discurso continuó con la misma ininteligibilidad que el de todos los demás.
¿Podré en algún momento encontrar la forma de hallar alguien a quien pueda entender y que logre guiarme? El colectivo que me trajo jamás volvió a pasar. Aunque sea me gustaría que algún día, ya sin importarme qué día de la semana fuera, vos también te subas y te extravíes conmigo. Entonces ya no me importará estar perdido. En la perplejidad de mi extranjería al menos sabré que podré contar a mi lado con alguien que me entienda.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Alteración; Segundo Acto: Vacilación

Personajes: Ella. Profesor.

Ella: Y que hay del amor, del andrógino y perpetuo amor? Del celeste o popular? De la única forma de alcanzar la eternidad? El instinto conspirado con la razón pueden inventar las más irrazonables mentiras para el ser humano Pueden inventar almas ahí donde no las hay, No? No es así profesor? Todo tan solo una simple explicación de porque no somos animales, No? De porque tenemos conceptos y no naturaleza? Dioses, religión, odio amor, felicidad, bien, mal, tan solo medios para legitimar nuestra existencia, porque lamentablemente tenemos que saber que existimos, no? Nunca podríamos reducirnos y ser igual de inocentes que la piedra que no sabe que existe, pero igual existe? No? Nunca tan solo sobrevivir como un pobre antílope en la selva? No!! Nosotros tenemos que vivir, vivir! Para ser devorados por el tiempo, el carnívoro de nuestra especie, el tiempo, tiempo que nosotros mismos creamos, no es eso lo que usted me dijo? Tiempo en el que nosotros mismos nos encerramos? Somos todos suicidas entonces, no? Verdugos y victimas, inquisidores y herejes. Y lo peor de todo es que somos libres, estamos condenados a ser libres, porque elegimos, y elegimos esta cárcel de libertad!! No gritaba eso profesor? Así que dígame ,pesimismo, que tiene que esperar mi escoria de humanidad ahora? Que hago con los litros de sangre quemándome las venas? Con esta estampida de latidos retumbándome en el pecho? Que hago? Yo no les pedí latieran?, y sin embargo ahí están, sirviéndole de reloj a mi existencia, de morgue a mi pasado, de incertidumbre a mi futuro, Mi futuro? Porque como fui pasado, y soy presente, también voy a tener que ser futuro, no? Por que tan solo puedo ser este cardumen de actos, no? Porque tan solo puedo ser esta tempestad de recuerdos y no otros? Porque tan solo puedo padecer esta falsa conciencia y no otra? Porque aunque no quiera tengo que estar condenada a este cuerpo, a esta época, a estos pensamientos y sentimientos, a esta continuidad de humanidad que me pesa en la mirada. Dígame profesor, que hago yo con todo esto? Como me deshago de toda esta inmundicia de condición, de situación, y sigo sin saberlo muriendo? Si no soporto esta tiranía de anatomía en la que resido? Que me sugiere? Donde me exilio? (agitada, trata de calmarse) Si no me interesa ni el amor ni el odio, ni la felicidad, ni la tristeza, o cualquier otro síndrome de dualidad, Donde me escapo para poder dejar de sufrir la tortura de cualquier emoción de humanidad? Que barco conduce al puerto de lo inteligible? Al edén donde la existencia deje de ser una cuestión de conciencia?
A los campos de Eliseo donde no se necesiten pedazos de ideologías y nombres para ser? Ahí donde la única explicación sea la nada y la única objeción sea un desierto silencio. Ahí donde no se precise encarnar sentimientos en palabras, ni naturaleza en humanidad, ni mundo en sentido, ni sentido en razón, ni razón en corazón o instinto en amor. Ahí donde el significado sea tan solo un pobre mendigo y no un héroe siempre en busca de su próxima hazaña. Sabe usted donde queda? Cuando me puedo ir?

Pequeño fragmento de una obra de teatro que comence a escribir hace muchos años ya. Son dialógos entre una alumna y su profesor acerca de todos los cuestionamientos surgidos de mi propia incertidumbre, a la que a través de estos dos personajes busco darle dos alternativas. Algún día espero poder terminarla. Este es uno de mis fragmentos preferidos de ella.




martes, 23 de septiembre de 2008

Viento de estación

.
.
Voy por el sentido, un aroma.
Por la mañana de hoy.
Las flores...tambien tu cuerpo decide mostrarse.
Como mujer, este periodo es aire.
Vuelo, acercándome a tus piernas.

Decidiste ser pasajera o de estación.
Solo es hoy, solo me alimento de tus manos.

Esté en tus planes ser miel,
o marchitar sin que te acaricien,
esto es un inmenso jardín,
y es solo el comienzo de la primavera.

Desde acá y con tus propios medios:
Risas te sobran, besos también.

Depende de mí acercarme,
el aire se tiñe de flor, y florece.
Depende de vos ser miel,
o marchitar,
o ser eternamente bella,
florecerme,
o ser mi mejor estación.

F.V.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Los Relojes


minuscula sanjiguela enroscada a tu muñeca, comoda hasta reventar de horas, que te faltan, que buscas que te duelen, ahi justo ahi en la muñeca. pequeña culebrita enmarañada a nuestras ganas jugando con nuestros momentos, tic tac y el momneto se fue por el túnel de los recuerdos y ahi se almacena hasta el tope de seguridad, donde luego se deshechan, y toda tu vida se vuelve la semana pasada tu ultimo cumpleaños o el dia anterior.
Tic tac y lo que pensaste no hizo a tiempo a alcanzar a lo querias hacer, Tic tac y la persona que mas amaste jamas siquiera lo supondra. Giros y giros es su baile triunfal, baila con sus manecitas cruzadas mientras de afuera se trata de seguirle el ritmo.Un giro de su mano y el día de noche se vistio. Frio, calculador, derritiendo las horas como helados de rutina, de chocolate con un gusto a irreversible. Rodando y rodando salta de hora en hora, saltarin rebosante de segundos, cayendoseles en cada salto, 60 minutos se adelgaza, en cada salto, 60 minutos se enflaquece la vida en cada salto, languidece en su esplendor, mientras el juega con sus dos manecitas, aprieta un pokito mas la cintura del tiempo, lo suma en sus kilos y lo resta en nuestras arrugas. Pequeño cachorro de buitre picoteando nuestros recovecos de carne infestados de sueños. Salta, salta,pequeña langosta, que con tus saltos siempre nos terminas llevando a tu costa. Salta, salta que todos sucumbimos a tus paises de maravillas encerrados en tus tuercas de harapos de deseos. Tic tac y todo empezo, tic tac y todo termino.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Claro

.
.
Desde el horizonte.
Desde la última vez que te vi.
Tan lejos...


La luna estaba aclarándolo todo.
La tierra, tus ojos, mi orgullo.
Tan oscuro...


Sin ningún adiós.
Puertas son solo cuando se abren.
¡Cuanto Amor!


Desde ahi, todo tan claro.

Mil puertas.


¡Cuanto te necesito!

F.V.

martes, 16 de septiembre de 2008

Keep talking

Entre el negro y el blanco
Fugaces entre centelleos de luz
Se pasean
Sonríen
Sueñan

Y es entonces
Cuando ellas despiertan
En el roce cálido
Con extensiones apenas perceptibles
Y ambos
Y él
Y nadie más

Dulces notas
Naciendo
Sobrepasando
Surcando el cerco de luz que lo aprisiona
Liberándolo junto a sus dedos
Desde un lúgubre espacio,
Con una voz apenas perceptible
Armonizando
Solo actuando

Y aquellas
Y las suyas
Notas
Eternas tras la efemeridad
De un instante único, irrepetible
Que hoy se convierte en irremediable pérdida

Mis oídos sucumben al placer
De tan bellas melodías
De tan bellos recuerdos
De tan bello sujeto
Que inundó, extasió
Ahogó
y liberó

el devenir-instrumento del músico
el devenir-músico del instrumento
y la línea de fuga que lo acerca a mi oído,
a mi alma
llevándome con él al centro del escenario


más allá del muro


Adiós Richard, lamentablemente hoy sos tan solo otro ladrillo en el muro. “Desearía que estuvieras aquí”.
Adiós hermoso sueño…ya nunca volverán.

lunes, 15 de septiembre de 2008

NO TE SALVES

No te salves...

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Mario Benedetti

La vida siguio asi... y no era peor que otras vidas. (Cortazar)

Las Envidiosas

Estruendo imposible de noches masticando migajas de resacas de noches de otras noches, como reflejo a contra luz aparece su silueta diluyéndose en lagrimas rojas de corazón espinado. Espinado por septiembres en los que la llave no encontró la cerradura, corrompido por la sequía de sus entrañas, por el gris de su piel descolorida por la falta de toques de gracia a la hora adecuada cuando ella sonaba las campanas justo en pleno grito de la noche, cuando esta desnuda su oscuridad a la escandalosa mirada de la luna. Las campanas rebotaban en silencio, el silencio se reía a carcajadas de sus escamas de inocencia que seguirán cubriendo su decencia. Ella descendía por una montaña de incertidumbre de preguntas sin respuesta, envidiándole a la luna su lasciva presencia, contorneando sus anchas caderas, provocando al sol, totalmente satisfecha con ella, totalmente llena. Pero entonces a ella se le rompían las cadenas de su castidad, un canto de bacantes entre rimas de Venus y Marte la desencadenaban. En un baile de brazos y piernas todos entretejidos por la poesía, se consumían las velas de las estrellas, se prendía el farol de la mañana, y ella seguía perdida entre mares de espuma blanca en el que como sirena nadaba, se enrollaba en ríos salvajes de agua, cuesta abajo, bajo los retratos de su infancia que se le evaporaba por cada poro de su nueva piel, de sus nuevas escamas, una nueva pagina en blanco. Y su blanco se tenia de rojo, sus días de segundos, su dolor de placer. Pero entonces la luna envidiosa hamacaba su mitad para poder ver mas de cerca, envidiaba sus brazos colgados de su espalda, sus manos acariciando su rostro, sus labios besando los suyos. Las dos queriendo ser la otra, la otra queriendo ser ella y ella queriendo ser la otra, Ella meciéndose en su infinidad coqueteando con los poetas, con los deseos de los soñadores, dejándose rozar por el sol, quien sucumbe irremediablemente a sus encantos, regalándole su brillo y sin embargo ella vacía de cuerpo, celosa de ella no se puede dejar amar y Ella llena de cuerpo, vacía de poesía, muy lejos de su sangre, de sus venas, con un frió helado en los huesos, con un desierto desolado hecho mirada, envidia la inmensidad de la otra su falta de compostura, su innecesidad de cuerpo para ser venerada, su porte de diosa griega, desnudando en su complicidad al amor en su platónica realidad, con mijagas de resacas de cuerpo de otros cuerpos, de errores de la naturaleza no se puede dejar amar, con tan poco, con tan solo.Ella tan solo su cuerpo, Ella con tan sola su alma.

La lágrima de algodón

Tan solo era una mirada
No se con exactitud que ocultaba
Así como no lo descubrí en su momento
Así como tampoco se que oculta hoy

Entre puertas de cristal
Lo veo alejarse
Entreverse quizás
En algún efímero momento

Sustracción, envilecimiento sordo
De miradas opacas
Refugio
Notas que fugan de una garganta ya degollada
Entre la oscuridad de mis parpados aun puedo verlo
Asomado cauteloso encima de un muro imaginario

Estrecho manos de consuelo
Que surgen
Que miran
Que imitan
Que abandonan…
Y trepo, tan solo trepo
Escalo algodones oníricos

Pero la caída esta allí
Aún detrás de los cristales
Donde él puede hallarme
Donde yo puedo verlo
Alargando sus delgadas manos
Luchando entre aquellos brazos ennegrecidos
Aspirando encontrar mis dedos

Estrechando entre mis manos
Una cuerda encontrada
Cuyo extremo mis ojos no divisan
Cuyo comienzo aun no he encontrado

Espejo.

.
.
¿Está atado?

Ayer lo dejaron, va, uno solo lo dejó, pero bastó para que la banda no toque mas.

Prepara algo para mostrar, hoy, ahora, soy ambicioso, iba a traer toda una bajada de línea mediante canción, dibujos también. Si, soy ambicioso, pero nunca compre el tiempo, es mas, estoy en tantos lugares que para el tiempo soy como una especie de virus, o por lo menos para el tiempo que me toca vivir.

El domingo iba a descansar, después de eso estudiar un poco, grabar algo. Sus padres quieren que les grabe un disco, mi padre, cuando escucha mi voz se tranquiliza. Pensar que años atrás pasaba todo lo contrario; la edad debe ser, la distancia también...

Es que trabajaba un montón, por eso el intento de descanso, las cosas se plantearían de otro modo pero...Francisco tiene hambre, hace años tiene hambre, en Mar del Plata ya tenía hambre, a él la vida le enseño a ser un depredador, tenaz. Por eso quizás el aguante, las ojeras, y la lucha por quebrar la realidad de la que tanto hablan, si, hablan. Solo eso.

Si pusieran sangre en esas letras...
Pero no...todo queda en una charla de café.

Si mis palabras no tuvieran movimiento no solo sería un pobre muchacho, sino que me sentiría inútil, a tal punto que como sé que se acabaron los ensayos, me siento estúpido, le hace acordar a un amigo que toma pastillas; Así, es esa sensación, como que te drogan para que estés lo mas quietito posible, por eso los barrotes.

A Francisco le pusieron candado, pero olvidaron que siempre tuve llaves. Eso fue después de Katástrofes, un día vivieron a verme sin ánimos de hablar: "Alegorías, criticas reiteradas" y cárcel por incitar a la ¿rebelión?

-¿Libertad de Expresión?-

(seco el golpe)

-Sí, adentro vas a cantar lo que vos quieras.-

¿me voy a quedar callado?
Me están sacando la comida y me da mas hambre. Sal, es sal, el hambre de acá(la cabeza) y de acá (la panza), no mio, de tanta gente, esa degradación cultural, esas posturas extremas, el odio. Es sal en mis labios, es una sal que me da sed, que me da fuerza.

Él dejó de trabajar tantas horas porque cree en otro tipo de bienestar, no cuenta con mucho dinero, pero se las va a ingeniar.

Tiene un grupo de artistas trabajando (suena soñador pero yo no lo soy). Quiere independencia y desde ahí promover la autogestión de las cosas. No quiero seguir escuchando lo mismo, no soy una esponja mas que deja llenarse de esta latinoamericanización (latinoamercanización, latinomecanización, latinoameorganización) forzosa que hace mas de veinte años hace sonar las radios, llenar las franjas de TV., hacer que gente como vos se vista como basquetbolista enorme en cuerpo chiquito, o...arlequín.

Tres, son tres. Los que ven como las cosas pasan; los que se quejan de las cosas que pasan y los que hacen que las cosas pasen. De los primeros hay....varios. Los segundos son una mezcla entre la mugre y los pelotudos, están en todas lados. Los terceros no somos muchos, pero no nos quebramos como los demás. Yo tengo hambre, la sal sigue haciendo su trabajo.

¿Esta atado?.

-¿Estoy atado?-

No, por suerte no estoy atado, hoy es sábado. Los barrotes y las cuerdas están solo en la mente; yo, con ellos hice una pulsera, pero la perdí.

F.V.

domingo, 14 de septiembre de 2008

La Rosa

Hace muchísimo tiempo atrás, vivía un hombre a quien el dardo del amor se le había clavado ahí donde se clavan las adicciones. A pesar de que buscara, nada había a su alcance que deseara más que un sí de parte de la depositaria de sus sentimientos. De ella tenía expectativas cambiantes. A veces sentía que tendría alguna vez la suerte de probar la dulzura de sus labios y el calor de sus manos, y a veces sentía que moriría tan solo como había nacido.
Sabía que si quería desambigüar su futuro tendría que confesarse ante ella. Sabía que la segunda palabra es más fácil que la primera, pero víctima de aquella maldita regla que indica que no se llega al dos sin pasar primero por el uno, su timidez lo convenció a hacer hablar a un objeto y a un papel, antes que a un interlocutor como él, que seguramente echaría todo a perder. Escribió y rescribió por eso hasta el cansancio una carta de confesión, y una vez que la leyó y releyó y se convenció de que no le era posible mejorarla más sin recurrir a otra persona, compró un ramo de rosas que la acompañaran y tras dejar todo eso delante de la puerta correspondiente tocó el timbre y desapareció.
Ella levantó carta y rosas y volvió a ocultarse riendo al cobijo de sus paredes. Leída la carta y olidas las rosas permaneció unos instantes pensativa. Quiso entonces la espina de una rosa penetrar su fina piel y al cabo de un día (no olvidemos que esto aconteció hace ya muchísimo tiempo) ese accidente tan tonto había causado que su corriente sanguínea arrastrara con tétanos sus últimos latidos de vida.
La rosa asesina no tardó en marchitarse, pero él nunca se animó a ofrecer ninguna otra flor a la tumba de su amada. Escondida detrás de esa carta echada pronto al olvido, su culpa sólo fue capaz de homenajear su partida con lágrimas.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Sin abandono

.
No llores.
No por tristeza.
Hoy segaron parte de tu tierra,
mas no la mejor.

No te enojes,
cortaron esos tallos para que crezcas sin abandono.
Rojas las flores, vas a reir.

Levanta tu pecho, es temporada de sol.
Su luz va a darte fuerza.
Por la noche,
el rocío y las estrellas van a hacerte brillar.

Recuerda el rostro de tu jardín,
de mis manos cuidándote.
Del día que hoy muere conmigo.
Mas no llores por mí,
ya que mi cuerpo descansará a tus pies.

Es solo cuestión de tiempo...
Para que me vuelva tierra,
para que tus raices me abracen,
y tomes de mí solo lo que necesitas.

Cuerpos P.

...dedicado a Seba, a Guille y a Cris.

Gracias por todo lo que compartimos.

F.V.

AL QUE DEL OTRO LADO DEL TELEFONO LLAMAN TIO

Primera Parte...

Un Hombre, al que del otro lado del telefono suelen llamar tio, repitio su secuencia recurrente
de pulsion y ring ring a la casa aquella a donde lo reconocen como tío. Al levantar el telefono
el lado del tio reclama un paquete de yerba que le falta, porque el agua caliente la bombilla
y el elemento mate acusan de una falta causal de yerba, al parecer esta no se encuentra en la alacena,
estante y hasta nisiquiera en el embase de plastico que detalladamente en rojo lleva impreso la
palabra YERBA. Por lo tanto el lado del telefono de donde el carente de yerba recibe el nombre de Tio,
es fervientemente calmado al mismo tiempo que uno de los individuos, que llama al del otro lado del telefono tio,
sale apresuradamente de la sala pasando más apresuradamente por la cocina, donde en su apuro tira el delicado embase
de vidrio donde estaba contenido el precioso elemento que del otro lado del telefono tan ansiosamente aguardan.

Segunda Aparte....

En el estupor de la caida vidrio y elemento se conjugan en un imposible intento de
separacion. Por lo tanto el individuo que llama al del otro lado del telefono tio, consternado
ante tal hecho sale corriendo a la almacen del barrio que descansa a dos cuadras de su casa
y a ocho del individuo al que llama tio. Al llegar a la puerta de la almacen un cartel lo abofetea en la cara
gritando CERRADO (lo cual es logico porque la hora del mate solo ocurrira en los proximos 79 minutos).
Desbordado de desesperacion el individuo, que llama al del otro lado del telefono tio, corre hacia la casa
de la mejor amiga de su madre, a la cual su madre llama Carmen (la cual vive a cinco cuadras de la almacen
y a tres del individuo al que llama tio), quien no gusta del mate, sino del té, con sabor a jazmin preferentemente;
Sin embargo todos los martes y jueves conserva en su casa un paquete de Yerba, ya que su sobrina Margarita
viene de visita y a ella sí le gusta el mate. Pero dado que margarita no llegara hasta los proximos 96 minutos,
el individuo es recibido atentamente por Carmen quien le otorga el tan necesitado elemento, con la promesa
por parte del individuo, que llama al del otro lado del telefono tio, de ser devuelto en un paquete nuevo de la
misma marca y sabor en los proximos 17 minutos previos a la llegada de Margarita, su sobrina quien prefiere
el mate al té, y de mandarle unos calidos saludos y besos a su madre con la que se reunira el proximos miercoles
para continuar con el tejido del pullover para josecito el hermano de Margarita al cual solo le gustan los colores blanco
y azul francia.

Tercera Parte...

A la carrera y al trote de a ratos dado que el individuo, que llama al del otro lado del telefono tio, es un gran compulsivo
fumador quien mientras corre piensa que urgentemente debe renunciar a su vicio, y mientras trotea piensa que no es para tanto;
Llega al fin a la casa del quien del otro lado del telefono llama tio, toca el timbre y sin esperar respuesta alguna lo llama lo más alto
que sus pulmones pueden. Tras 4 minutos y cinco segundos de espera, el individuo al que en su casa del otro lado del telefono
llaman tio aparece en la puerta desesperado y desorbitante en su bata a rayas de colores y su barba enmarañada dando repiques
con cada una de sus piernas, flacas raquiticas, en el descenso de cada uno de los cinco escalones, corre al encuentro de su preciado
elemento que ya se encuentra extendido a traves de las rejas verdemete descoloridas por el individuo, que llama al del otro lado del
telefono tio, este se abraza al preciado elemento y sin un gracias o un muchas gracias corre de vuelta a la casa; donde un individuo
que llama amigo, al que del otro lado del telefono llaman tio, esta llegando en los proximos 23 minutos.
Del otro lado de la reja verdemente descolorida, al trote y a la carrera esta vez, se vuelve el individuo, que llama al del otro lado
del telefono tio, prendiendose un cigarrillo exactamente a los 5 minutos y tres segundos que le llevo el arribo a la almacen, la cual
abrira en los proximos 53 minutos y 52 segundos.

Cuarta y ultima parte...

El individuo al que del otro lado del telefono llaman tío, saca de debajo del mantel largo hasta el piso, los cuatro paquetes
que aun conservaba de aquel elemento que siempre le trae el individuo que lo llama amigo al que del otro lado del telefono
llaman tío, deja 1/4 del paquete que le acaba de dejar el individuo que lo llama tío del otro lado del telefono; y en un gran tazón
de hierro al cual un individuo fallecido al que llamaba su mujer solia usar para lavar la ropa del individuo, al que del otro lado
del telefono llaman tío y comienza a quemar el contenido de los cuatro paquetes y tres cuarto de aquel elemento al sol del
inmenso parque que habia pertenecido a el individuo al que él llamaba suegro.
Cuatro minutos ante de que llegara el individuo que lo llama amigo al que del otro lado del telefono llaman tío, el verde se habia
descolorido en cenizas grises y polvorientas que fueron almacenadas por el individuo al que del otro lado del telefono llaman tío,
en una verdemente descolorida caja musical, que ya apenas resonaba un claro de luna de Beethoven con un decolorido
terciopelado azul, que despreciaba las cenizas despegandolas de su deslujoso terciopelado.
Tres minutos antes de que llegara el individuo que lo llama amigo al que del otro lado del telefono llaman tío, este corrio
a su habitacion y cambiandose en un verdemente descolorido y aterciopelado traje recubriendo una amarillamente balnca camisa
zurcada al rededor del cuello por una corbata negando su azul en un descolorido y augereado negro a modo de estrellas en la oscuridad.
Pantalones escandalosamente ruidosos a la hora de calzar las medias rematadas en augeros descosidamente cosidos y embarcandolas
en mocasines que algunas vez acusaron ser blancos.
Cero minutos el timbre resono en la habitacion y el individuo que lo llama amigo al que del otro lado del telefono llaman tío, esperaba
en la reja verdemente descolorida vestido a espejo del individuo al que del otro lado del telefono llaman tío. Seriamente comprometido con la
situacion, el individuo al que del otro lado del telefono llaman tío, abrió reverencialmente la puerta y abrazó con recato al individuo que lo llama
amigo al que del otro lado del telefono llaman tío; Pasaron, se sentaron al borde de la mesa escondida bajo el mantel verdemente decolorido,
sobre el mante ya aguardaba ya la bombilla, el agua caliente y el mate y el cuarto de yerba del paquete que le habia traído el individuo
que del otro lado del telefono lo llama tío. Tomaron sobriamente y en silencio durante 28 minutos el mate hasta que aguado y
verdemente descolorido le saco las ganas de tomar mate. A continuacion el individuo al que del otro lado del telefono llaman tío, con un
educado permiso de dirigió a su habitación y recogió la cajita musical donde había recojido las cenizas de los cuatro paquetes y tres cuarto
del elemento y se volvió al comedor donde lo esperaba el individuo que lo llama amigo al que del otro lado del telefono llaman tío. Al
verlo venir este se levanto solemnemente de una silla verdemente descolorida en la que se había sentado, puso cinco paquetes de yerba
en el centro de la mesa, miro con ojos brillosamente entristecidos al individuo que del otro lado del telefono llaman tío y lo siguió hacia el
jardín, el cual en esos días al compás de un invernado sol lucía verdemente descolorido, subieron por las escaleras que llevaban a la terraza
con parsimonia y pesadez. A llegar un ceniciento cemento sostenía sus pies y un viento suspirante murmuraba en sus oídos y levantaba
las solapas de sus verdemente descoloridos trajes; El individuo al que del otro lado del telefono llaman tío y el individuo que lo llama amigo
al que del otro lado del telefono llaman tío, caminaron decididamente hasta el borde de la terraza donde unos diez metros y 8 centímetros
los separaban del suelo. El individuo al que del otro lado del telefono llaman tío, levanto en alto la caja de música y la abrió, al mismo tiempo
que el individuo que lo llama amigo al que del otro lado del telefono llaman tío, puso su mano en el hombro de su amigo.
Las cenizas se fueron remolinando por el suspiro del viento acaricando cada hoja de cada árbol y empujadas de nuevo por cada nuevo suspiro
del viento; hasta reposar finalmente en el gran jazmín de Carmen, la amiga de los individuos que al del otro lado del telefono llaman lo tío,
dandole al desflorecido jazmin un tono verdemente descolorido. Tres Cuadras más atrás el individuo al que del otro lado del telefono llaman tío
levantó sus ojos al cielo se aferró más fuerte a la mano al individuo que lo llama amigo al que del otro lado del telefono llaman tío y con
una voz desoladamente descolorida gritó: ¡Cuanto la extraño! ¡Cuanto la extraño!.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Una posible continuación para "la casa"

¿No sentiste alguna vez que..? No, seguramente no lo sentiste. Es difícil explicarlo. Creo haber hecho todo bien. Pero hay veces que me doy cuenta que me falta cierta experiencia en ciertas cosas. Cuando se habla me quedo callado porque no sé cómo seguir el hilo de la conversación y entonces no sé, ya me olvidé. Te miro y quisiera no necesitar hacer otra cosa. No quiero pensar palabras, frases, oraciones, temas, divagues espontáneos o respuestas pautadas. Simplemente quisiera que no fuera incómodo el silencio. ¿No te diste cuenta cómo te miro? Seguramente te diste cuenta. Ese silencio que se arma tengo miedo se transforme en un índice de aburrimiento. Ojala no necesitáramos siempre las palabras. Ojala algún día podamos condensar todo en otro tipo de cosas. No seríamos ni los primeros ni los últimos. Me dejarías pasar y la pasaríamos bien. Hay tantos alrededor que lo hacen. Tantas veces seguramente lo habrás hecho con otros. Pero indudablemente conmigo siempre es distinto. No sólo para vos. No sos lo primero que pasa, sólo es que estás acá y me mirás como diciendo qué tipo aburrido y yo, yo no sé muy bien qué hacer. O quizás sabría que hacer pero no sabría que opinarías al respecto. O quizás lo sabría pero no me animaría a hacerlo de todas formas. ¿No sentís a veces esa vibración? No, seguramente no la sentiste. Esos artefactos de metal que vibran cuando se escucha un sonido en una determinada tonalidad. Si tuvieras una guitarra y empezaras a tocar nota por nota, seguro que vibraría sólo en dos o tres notas y en el resto no. Bueno, es seguro ya que mi voz no debe de estar afinada entre esas dos o tres. Esto debe parecerte una boludez. Ciertamente que lo debe ser, perdón. Es sólo esa necesidad de llenar el vacío. Si al menos tuviera algo interesante que decir, pero seguramente aún así no resultaría interesante la forma de expresarlo. Y si llegara a serlo, seguramente encontrarías más divertido observar esa araña que cuelga del techo, o esa aguja que no para de girar y que me pide con su tic tac acusador que me vaya. Perdoname que lo intente. No volverá a ocurrir nunca. Nunca.
Nervioso, desanimado por el rostro confuso de quien mira sin corresponder, el muchacho dio media vuelta y se alejó de la puerta para sentarse con ojos al rojo vivo en la vereda, aquel único lugar que siempre lo recibía con los brazos abiertos.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Uno de los tantos complejos de una mente brillante...

Madre, tu me tuviste. Pero yo nunca te tuve.
Yo te desee. Tú no me deseaste.
Entonces, sólo te puedo decir
Adiós, adiós.

Padre, tu me abandonaste, pero yo nunca te abandoné.
Yo te necesité. Tú no me necesitaste.
Entonces, sólo te puedo decir
Adiós, adiós.

Niños, no hagan lo que yo he hecho.
No podía caminar y traté de correr.
Entonces, sólo te puedo decir
Adiós, adiós.

Mamá, no te vayas
Papi, vuelve a casa
Mamá, no te vayas
Papi, vuelve a casa

Mamá, no te vayas
Papi, vuelve a casa
Mamá, no te vayas
Papi, vuelve a casa

Rojo el 23

La bolilla no paraba de correr. Los rostros sombríos entre las incontables luces de la sala perseguían ansiosos, ya su corrida, ya el mero paño donde sueños y ambiciones se confundían entre un 2 y un 3. La monotonía del sonido de las maquinas tragamonedas era el único agente despabilador del suntuoso recinto. Digo suntuoso quizás por que mi vista solo lo acompaña desde afuera. Por más trajes extranjeros que bordeen la mesa, el espacio no deja de contagiarse de la atmósfera mortecina de un club de mala muerte que sus poco dichosos amantes inspiran.
La banca gana, claro. Aunque él también. Igual que su izquierda, cuyo olor a alcohol rancio evita cualquier conversación. Entonces llega el momento, las manos se entrelazan buscando destinos, ajenos en algunos casos. Persecuciones no tan inútiles. “Hold on John, it´s gonna be allright”. Suficiente estímulo entre la música y el recuerdo. El 24 se cerca pero no se toca, no todo destino sucumbe al mismo azar. Entonces juega colores varios. Pero como todo número, talvez como todo pasado, tiene un 50 y 50, la felicidad no puede dejarse vencer pero tampoco otorga todo, entonces 50 de momentos y 40 de otros. Dios sabrá que hará del otro diez, talvez se escape por entre aquellas manos colmadas de nicotina. Sea como sea es cien por ciento significativo. Entonces juega. Y olvida entre el recuerdo.
Obviamente esa tarde había sido como todas las demás, pero por alguna razón el viaje lo había dejado extrañamente alterado. Cuando digo alterado no me refiero a algún ataque de histeria como los que sobrevienen a la maltrecha mesa tras un par de horas de juego. No, pero quiero aclararlo porque entre vuelta y vuelta las ideas tienden a confundirse. Entonces juego a la primera docena, solo eso. Porque obviamente aquella rubia que el colectivo me invitó a deleitar debe estar entre las 36 de 37 que ni siquiera dan vuelta la cara hacia mi atenta mirada. Pero jugar un lleno en su cabellera sería arriesgar demasiado. 12 de 36 ya es otra seguridad.
Las miradas se cambian claro está, pero él juega al rojo y yo al negro. No por esto nuestros destinos serán distantes, pero por lo menos pueden llegar a ser igualmente felices o igualmente funestos por un efímero instante. Lo cual es suficiente para no sentirme solo entre tanta muchedumbre.
Entonces saldrá rojo dice la derecha, cuya barba apenas lo deja divisar las innumerables fichas que sus manos tantean nerviosas. Y yo ni me pregunto (aunque él menos) porque sino no estaría en la mesa. No quiere decir que sea irracional a cada instante, todo lo contrario. Pero es justamente en esta mesa donde dejo el pensar a un lado, en la butaca de alguna otra quizás. Después de todo es sólo una mesa. Si el destino se imprimiera en ella, realmente la irracionalidad (en mi por lo menos) no iría más allá de algún absurdo exabrupto.
Pero la realidad es que en este momento no hay nada más real que ésta mesa, y nada más material que el, o los, destinos que la recorren. Entonces otra vez el 24, pero esta vez al negro, y aquel mira la primer columna pensando en el pago de la hipoteca y entonces el otro acerca su mano temblorosa hacia el 2 que quizás es el día de su aniversario, que es hoy, y él obedientemente lo está recordando después de casi 50 años de casado y entonces lo apuesta como si fuese su matrimonio mismo. Después de todo lo único que le queda es echarlo a la suerte, los cálculos ya no resuelven y de los sentimientos mejor ni hablemos. Pero no soy alguna clase de oráculo, lo que yo pueda decir de ellos es lo mismo que puede decir él, y quizás el de la izquierda, solo cálculos, azar en una mera bolilla y un paño verde.
Entonces lo que se dice jugar sólo jugaron pocos, porque al fin de cuentas ya se han ido. Y si tenían a donde ir es porque entonces no jugaron, creo, talvez. Pero no se tampoco porque conjeturo, si yo también he salido, y algún lugar tengo, aunque no lo encuentro. Talvez hablar de lugar o destino a esta altura de las luces es lo mismo.
Pero queda él. Recostado sobre el paño. Quizás ya ha jugado todas sus fichas. Quizás el destino no esté escrito y el número ya se haya perdido hace tiempo.

jueves, 4 de septiembre de 2008

deconstrución afectada

Una más de tantas tardes, cuando pasaban horas tirados en la cama leyendo Hölderlin o cuando le contaba sobre estudios esquizo-analíticos que quería practicar con ella.
Un momento absurdo: ella sentada en la cama, con la cara apoyada entre sus rodillas, viéndolo caminar. Viendo cómo se acaban los cigarrillos en una habitación de 3x4, conciente de que lo único que el hombre tiene es tiempo.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

La puerta del asilo

No sé de donde venía. Sí es seguro adónde iba, pero no es un detalle demasiado necesario. Lo cierto es que en el camino pasé por un asilo de ancianos, de esos que no están destinados a ancianos demasiado pudientes sino a ancianos como los que seríamos cualquiera de nosotros, clase media común, si por alguna razón lográramos vencer a la muerte aun hasta después de poder tomar nuestras propias decisiones.
Cuando pasé por la puerta escuché una voz. Como de costumbre, mi cerebro procesó esa información casi instantáneamente. Era una voz de mujer, sonaba algo pausada y su cadencia era triste. Frené mi marcha y miré hacia donde sentí provenía el ruido y me topé detrás de la puerta con la imagen de una vieja. Nunca fui muy memorioso en cuanto a las caras de la gente. Sabrán disculparme que no pueda precisar muchos detalles, más allá de las arrugas, las canas y ese olor tan particular que emanan los viejos y que perdura en el ambiente aun cuando ellos lo han abandonado hace ya un rato largo.
La vieja me pidió que abriera la puerta. En un momento me vi totalmente confundido. Se supone que no debería abrir la puerta. Si esa mujer está allí es por algo. Alguien ha decidido que ella esté ahí. Sin embargo, qué derecho tendría esa gente a decidir que ella permaneciera, a pesar de que quiera irse. Los ojos de la vieja pedían por favor tanto o más que sus palabras. Intenté, quizás por la necesidad de hacer algo inmediatamente y por saber que irme rápidamente no me dejaría tranquilo, forcejear con el picaporte. Éste no cedió. Contento de haber intentado, y contento también de que el intento me hubiera exonerado de la culpa de no haber respondido al inusual pedido, miré a la vieja con ojos de buen chico y antes de expresarle que no abría, que a pesar de haberlo intentado no había nada que pudiera hacer para concederle su preciada libertad, la figura de una mujer surgió por detrás de ella y me examinó con ojos de esos que parece que lo miran a uno como si no pasara nada, pero que apenas uno les de la espalda le clavarán un hachazo. “¿Qué pasa?” me preguntó esa mujer. Qué hacer. Si esa enfermera era buena debería haberle dicho que la vieja me había pedido que abriera la puerta. Si era mala sería mejor ocultar esa información para evitar posteriores tormentos. Claro que en ese caso yo podría estar siendo sospechoso de haber intentado algo malo, como entrar a robar, o buscar medicina o cualquier otra cosa que podría haberme traído problemas. Además para mí era imposible saber qué tipo de relación había entre esa enfermera y sus viejos. No había forma de saber si esa vieja tenía una gran demencia senil o si esa enfermera era un diablo reencarnado en una persona del cual nadie en el mundo debería estar condenado a depender. Para colmo los cuatro ojos, el par de la enfermera y el par de la vieja, me miraban, unos expectantes de información y los otros expectantes de encubrimiento.
Finalmente, usando la menor cantidad de palabras posibles, señalé a la vieja, dije que la puerta no se abría, que lo sentía, y una vez que la enfermera asintió con la cabeza como diciendo, perfecto, ya no hay nada que puedas hacer, andate, me alejé rápidamente sin volver la vista atrás.
Cuando paso por delante de esa puerta siempre recuerdo esa situación y me pregunto qué haría si me volviera a suceder lo mismo. A veces, cuando estoy un poco más triste, me pregunto qué hará otro, o qué hacen quienes me rodean, cuando soy yo el encerrado.

martes, 2 de septiembre de 2008

El departamento de Cabildo y Céspedes

Por momentos
Incluso las sombras ceden
De todas las ciegas moradas que habité
La más tuerta me dio un dulce recuerdo
De cuando amaba mi hambre raquítica
De cuando vestía mi pobreza sin vergüenza
De cuando podía soportar el autoritarismo
(O quizá en aquellos tiempos era una masilla
Que no se había enfriado y endurecido.
Hoy soy harto más terco, obstinado e insoportable)

Sentado en la ventana del 7º E
Mirando en calzones hacia abajo
La indirecta luz solar que reflejan las
Sórdidas, vejadas paredes de blanco parco
Supe que antes las cosas tenían otro olor
Aunque tal vez mi nariz se haya ido
Atrofiando por las gripes de los excesos
(Incluso en este momento me estoy
Recuperando de una faringitis.
Algo es cierto: antes todo era más fresco
Y misteriosamente delicioso)

Han pasado las gentes
Yo mismo he pasado y vuelto y
Volveré a pasar
En cierto sentido, el tejido de los recuerdos
Sella nuestros destinos
Alguien tiene idea hacia dónde conduce todo esto? Un porque, un fin, algo…? Porque todo este sinsentido, buscando algo que nunca vamos a conseguir? Si, talvez hable solo por mi, no importa. Relaciones, acontecimientos, puras vanidades de un ego que por mas que busque universalidad solo encuentra logro individual. Hay que cagarse en todo y en todos y asi talvez conseguir una parte de ese no se que de mierda que estamos buscando. No conseguimos nada pero por lo menos algo. Materialidad constante, ya no quedan ideales, te traicionan los sentimientos. Hacia donde vamos? Me importa tres carajos que crean que hay finales felices, no se puede esperar un final, y lo que es hoy es pura pena, enfermedad y tormentos. No se, y no se. Es asi. Sigamos viviendo en este hermoso mundo de colores preocupándonos por nosotros mismos sin siquiera conseguir lo que nosotros mismos necesitamos.
Al carajo con todo esto