Día de ensayo, llego rendido otra vez a mi habitación, el ruido de la cerradura, bajan mas mis párpados y la secuencia de la luz, la ropa, el velador y...otra vez el fragmento, esta vez el doble de grande, mas peludo y con una pata adosada. Sin pensar lo arrojo al suelo y piso el pequeño cuerpo mutilado, ahora desintegrado en el frío. Noche de insomnio, sudor y sueño mal llevado....Otra vez, otro disgusto el no ver por la mañana nada de lo que había pisado la noche anterior. Claro, mi rostro no era el de hace dos días, así lo señalaban mis compañeros de trabajo, de banda y de supermercado chino amigo. Lo de ayer fue mas obvio, otra vez el silencio viejo, la oscuridad vieja y fresca que se funde, la cerradura.
Ayer ya no dormí, tampoco vi nada raro en mi cama, al recostarme sentí un escalofrío al oír un ruido desde el placard, pensé que podía ser una rata, un zapato que cayó por gravedad o vibración. No, (con miedo)los zapatos no tienen patas!. No, las ratas no tienen cuernos!......
Ya está en mi pie, la sangre empezó a manchar la sábana blanca...
...
Ya no puedo mover las piernas, tengo a mano este medio para escribir y que sepan que pasó, algunos dirán. -¿Que pasó con Francisco que no lo vemos por acá?-, me reclamarán en la sala de ensayo; en el trabajo trataran de ubicarme infelizmente..., ya no tengo el teléfono cerca. -¿Donde está Francisco, ese que cantaba, que escribía, que actuaba, que escuchaba, que reía, que demostraba, que bebía?- ...Si me llegan a ver sepan que ya no soy, me fui, callé, y solo un vil insecto, sangriento, feo e insaciable vive en mi soberano cuerpo.
Gracias a todos y a Dios por tanto.
F.V.
1 comentario:
Muy bueno Fran, lo primero que leo tuyo en prosa. El relato está bien llevado, aunque me resulta un tanto abrupto el final. Quiero ver más. Saludos.
M.S.
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