Nada mejor para extraviarse que una tormenta que se acerca y de la cual uno si pudiera correr y de hecho lo hace, no lograría al fin y al cabo más que (extraviarse.) tapar los agujeros del cráneo, todos con hojas, carmín, crocantes. Nada mejor estando extraviado que correr desesperadamente hacia dentro, es decir hacia cualquier camino que irremediablemente conducirá a crear la sensación de que se llega a algún lado, de que se avanza, cuando no se ha hecho mas que llenar de hojas secas y pardas las miles de piscinas que uno algún día recordaría como las mejores, como aquellas en donde se siente realmente cómo el agua se estanca de a poco de manera azul o verde o cobre. Entonces no hay nada mas que hacer, eso si no se quiere…, que sentarse y meter de lleno los pies, revolotear hasta el mas pequeño de los dedos meñiques en esa agua que antes debió ser turquesa, aguamarina aperlada o algún otro componente acuático-metafórico que es siempre simétricamente equivalente a la pielecita que recubre por abajo a la llámese piscina o bañadera o jardín escolar, botánico o atierrado.
Nada mejor que no encontrarse más(.) que riendo tormentosamente.
1 comentario:
Me crea dos lineas paralelas, en una soy yo, pero a los 7 años, en la otra estoy contemplando la vida como nunca pude hacerlo, descansado y con la cara sana.
Tiene que ver con la manera de describir y unir elementos aislados en un universo que a mi percepción tiene olor a surrealismo.
F.V.
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