Patio, patio escondido.
Escena de muerte.
Tiempo perdido,
peste.
Luz, de la ánfora del anaquel hundido.
Dedos negros, desastre.
Platos medio sanos, comidos, arrumbados.
Seres nocturnos ejercito de las sobras.
Ya en la mesa tu foto, coloreada.
Hongo a tu derecha,
deja ver tu pelo recién peinado.
La fecha, oculta por vergüenza tras la humedad.
Alzándola el filo odioso rompe mi mano.
Cae, y con ella la sangre.
Dejando mi aliento cierro con rabia la puerta de aquel lugar,
y pienso cuantos dejaron roja esa mesa.
F.V.
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