miércoles, 7 de mayo de 2008

Vuelve a nacer

El ruido de la cerradura rinde mis ojos, hoy como siempre es tarde, los ruidos en mi pensión de viejos, viejos ladrillos también, callaron con las orquestas de tango. Dejo que lo oscuro se funda, el afuera siempre viejo con el aire fresco de mi habitación, me desligo de toda ropa y, mirando acaso un pelo en la sábana mis ojos advierten algo mas, en un principio vacilé pensando que podía ser una basura, un botón o algo así, NO. La adrenalina me avisó antes que la mente, aquello no era algo convencional. Acercándome lentamente negando y asustándome a la vez tomé aquel fragmento negro, pequeño, peludo y sintiendo su textura lo confirmé. Eran partes de un insecto, su "columna" o algo así. NADIE traspasa esa puerta, nadie tiene la llave, las ventanas están cerradas, no podía ser nada externo, lamentándome dejé en el centro de la mesa siempre vacía el triste fragmento. Velador de por medio dí lugar a un nuevo día. Una noche de sueños, de despertarme en la madrugada sin saber porque. Al despertarme un reloj ajeno lo único que veo es mi techo blanco, surrealista. Hubiera sido como cualquier otra mañana de mayo, salvo por el hecho de que la mesa no tenia nada arriba. Si tenia hambre el disgusto me había llenado por demás. Salí apurado como siempre. Mastiqué el día saboreando cada hora.
Día de ensayo, llego rendido otra vez a mi habitación, el ruido de la cerradura, bajan mas mis párpados y la secuencia de la luz, la ropa, el velador y...otra vez el fragmento, esta vez el doble de grande, mas peludo y con una pata adosada. Sin pensar lo arrojo al suelo y piso el pequeño cuerpo mutilado, ahora desintegrado en el frío. Noche de insomnio, sudor y sueño mal llevado....Otra vez, otro disgusto el no ver por la mañana nada de lo que había pisado la noche anterior. Claro, mi rostro no era el de hace dos días, así lo señalaban mis compañeros de trabajo, de banda y de supermercado chino amigo. Lo de ayer fue mas obvio, otra vez el silencio viejo, la oscuridad vieja y fresca que se funde, la cerradura.
Ayer ya no dormí, tampoco vi nada raro en mi cama, al recostarme sentí un escalofrío al oír un ruido desde el placard, pensé que podía ser una rata, un zapato que cayó por gravedad o vibración. No, (con miedo)los zapatos no tienen patas!. No, las ratas no tienen cuernos!...
...
Ya está en mi pie, la sangre empezó a manchar la sábana blanca...
...
Ya no puedo mover las piernas, tengo a mano este medio para escribir y que sepan que pasó, algunos dirán. -¿Que pasó con Francisco que no lo vemos por acá?-, me reclamarán en la sala de ensayo; en el trabajo trataran de ubicarme infelizmente..., ya no tengo el teléfono cerca. -¿Donde está Francisco, ese que cantaba, que escribía, que actuaba, que escuchaba, que reía, que demostraba, que bebía?- ...Si me llegan a ver sepan que ya no soy, me fui, callé, y solo un vil insecto, sangriento, feo e insaciable vive en mi soberano cuerpo.
Gracias a todos y a Dios por tanto.

F.V.

jueves, 1 de mayo de 2008

allá llo vió

Nada mejor para extraviarse que una tormenta que se acerca y de la cual uno si pudiera correr y de hecho lo hace, no lograría al fin y al cabo más que (extraviarse.) tapar los agujeros del cráneo, todos con hojas, carmín, crocantes. Nada mejor estando extraviado que correr desesperadamente hacia dentro, es decir hacia cualquier camino que irremediablemente conducirá a crear la sensación de que se llega a algún lado, de que se avanza, cuando no se ha hecho mas que llenar de hojas secas y pardas las miles de piscinas que uno algún día recordaría como las mejores, como aquellas en donde se siente realmente cómo el agua se estanca de a poco de manera azul o verde o cobre. Entonces no hay nada mas que hacer, eso si no se quiere…, que sentarse y meter de lleno los pies, revolotear hasta el mas pequeño de los dedos meñiques en esa agua que antes debió ser turquesa, aguamarina aperlada o algún otro componente acuático-metafórico que es siempre simétricamente equivalente a la pielecita que recubre por abajo a la llámese piscina o bañadera o jardín escolar, botánico o atierrado.

Nada mejor que no encontrarse más(.) que riendo tormentosamente.