sábado, 15 de noviembre de 2008

Critica a un Principio demasiado Finalista (por no decir determinista y fatalista)

Aclaración: Se reserva la infestada identidad que aquejaba a esta sola persona, cuyo principio desencadeno esta critica.

Tan solo como un muro solitario, erigido con los ladrillos de una famélica libertad y el adobe de mundos ya determinadamente pensados, se levanta ante una postmodernidad la imagen del hombre. Huérfano de una promiscua felicidad. Enfermo de duración, sucede cada día, gastando su contingencia con visiones de eternidad.

Un abismo de incertidumbre e indiferencia amanece en su pecho cada día. Cuando lo único que importa es tener y no el ser como se hace para justificar cada acto, cada pequeña ilusión, cada ínfimo deseo sin que este no se esfume en una perpetua realidad en la que todos vivimos marcando fronteras de diferencias con los otros. Diferencias que no hacen mas que asemejarnos mas. Tan solo nos reconocemos por las diferencias, tan solo nos percibimos por los lugares a los que tendemos entonces desde un eterno presente adoramos un futuro que siempre inalcanzablemente ya esta por llegar. Así es como nos negamos a nosotros mismos, así es como nos adoptamos entre tantas definiciones que vagan solitarias por las avenidas de la cultura. Diosa que se cierne sobre nosotros, cerrándonos los ojos al despertar.

La cuestión es saber como y cuando despertar, ya sea partir de ideas trascendentales o tan efímeras como una vida. A veces resultan un tanto ambiciosas las ideas trascendentales, lo cual es justificable dado su carácter pero la ambición esta subordinada a un ansia de poder que a veces olvida la particularidad que debe albergar todo principio universalista. Ya que lo universal se construye de particularidades, de persona por persona. Milímetro por milímetro de perspectivas y situaciones que no deben ser ignoradas, ni unificadas a partir de sistemas injustos o relativistas. Sino la capacidad de elección del ser humano termina quedando anulada así como también su responsabilidad ante dicha elección. Si bien los caminos a elegir no sean una opción para ninguno de nosotros ya que esos si quedan supeditados a la cultura, ideologías y valores regentes, la elección (por mas limitada que sea) puede aún decirse, es nuestra. Por eso en esta época de indiferencia y de tambaleantes verdades, es fundamental que el hombre crea, pero mas importante es que cree. Que sea antepuesta su existencia como ser único e irrepetible ante siglos de una esencia que tan solo lo almacenaba como una figurita repetida para la eternidad.

Mas que ideas trascendentales el hombre necesita albergar en si mismo la idea de trascendencia, albergar fe en su capacidades ilimitadas para crear y crearse. El mundo es el significado que nosotros hacemos de el, porque sino, es tan solo un gran circulo que gira a la derecha. Nosotros le damos el valor a las cosas, las cosas tan solo nos circulan como espirales hasta ser cazadas al vuelo en algún sentido. Que no tiene porque ser el único sentido.

Sin embargo creo que las ideas tanto del bien como del mal necesitan en cierta medida (que la mayoría de las veces no es la justa) de entidades metafísicas superiores para poder ser legitimadas porque sino carecerían de todo valor. Pero dichas entidades deber ser entendidas como razones del hombre para poder creer en un cierto destino, el cual no se cierne sobre el sino en el cual este pueda constituirse. Un destino a modo de herramienta, ya que la vida de por si carece de sentido por eso la importancia de que existan valores donde el hombre pueda significarse pero sobretodo para que pueda hacer de su vida una resignificación constante.

Debe existir un limite claro entre ideas trascendentales que le permitan al hombre trascenderse y reconstruirse en su contingencia e ideas trascendentales que le sirvan a la humanidad como disculpa ante su irresponsabilidad para con su destino, su pasado y su realidad. Las desigualdades sociales no pueden y deben jamás ser justificadas como cruces que debemos sobre nuestros hombros cargar.

Para concluir podría decirse que la nuestra es una época de decadencia, donde todo decae esplendorosamente en una extasiada onírica de celulares y computadoras, de corazones que laten al ritmo de ringtones de una profunda superficialidad. Somos náufragos de nosotros mismos, sombras de nuestra propia existencia, oscuridad de luna robándole al sol migajas de luz, desbordándonos en frascos de identidades vacías. Somos las respuestas a todas las preguntas y sin embargo elegimos ahogarnos en mares de culturas exportadas y necesidades innecesarias. Sin embargo a solo una pregunta de distancia esta la humanidad de si misma, a un solo interrogante que amanece en su horizonte cada día, cada época, cada ideología, y es: si realmente somos ó estamos aptos para ser humanos.


1 comentario:

COLECTIVO TEXTUAL dijo...

muy interesante juli. Por momentos me dificultó la lectura la forma en que está narrado y algunas faltas de coherencia estructural y/o gramatical.
Me gusta cómo se va liberando el ser a través del texto. O mejor dicho cómo el deseo de liberación y de resignificación fuera de la masa condicionante lo hace atravesar el muro.
Igual el deseo de liberación y autocreación se manifiesta tan frágil como el muro a mi parecer.
Hay demasiado para analizar pero creo que hay una frase excelente que resume todo el significado del texto: "Que sea antepuesta su existencia como ser único e irrepetible ante siglos de una esencia que tan solo lo almacenaba como una figurita repetida para la eternidad." El último interrogante es verdaderamente dificil de responder, pero si no estamos aptos para ser humanos o si la humanidad es un error por lo menos se debe luchar por la autocreación y la resignificación de si mismo para no ser una simple materia más en este mundo decadente.

Pablito