sábado, 12 de julio de 2008

Mirar a nuestro alrededor como la mejor forma de mirarnos a nosotros mismos

El escritor no sabía qué escribir. Pensaba, reflexionaba, recordaba… intentaba meterse lo más adentro suyo posible para a partir de eso soltar alguna frase que sirviera como disparador, pero todo convergía irremediablemente en el punto cero, esa nada a partir de la cual los tres ejes de nuestra realidad palpable ponen en su lugar al todo que la rodea. A la espera de esa idea que lo tomara por asalto, adaptó una letra que florecía de un viejo grupo de neuronas perdidas en algún lugar de su cerebro y se ordenó “tomá una canción triste y mejorala”.
En la reformulación de lo ajeno encontró para su sorpresa lo mismo que tenía adentro. Los mismos miedos, los mismos sentimientos, las mismas debilidades, el mismo convencimiento. Todos seres hechos de lo mismo. Todos seres parametrizados a partir de los mismos principios. Seres que aman, odian y se abstienen de forma tan cercana, aunque después se miran como si se tuvieran miedo y se avergüenzan e incomodan ante aquella coincidencia de espacio-tiempo que debieran celebrar, llenándola de códigos y pasos a seguir que quitan espontaneidad y vuelven exitosos a los mejores actores, y fracasados a los más sinceros.
Al dibujar el llamado punto final, el resultado había sido una mera autobiografía. Su texto estaba listo para ser absorbido y reformulado por quien lo leyera, así como hacemos con cada palabra que escuchamos y que conforma en su reflexión lo que consideramos propio.

1 comentario:

COLECTIVO TEXTUAL dijo...

Nos agota la circularidad. Buscar lo auratico sin exito. NO hacemos mas que codificarnos y decodificarnos constantemente, seres mimeticos por excelencia eligiendo estereotipos.
Esta bueno fer

P.M.