Estruendo imposible de noches masticando migajas de resacas de noches de otras noches, como reflejo a contra luz aparece su silueta diluyéndose en lagrimas rojas de corazón espinado. Espinado por septiembres en los que la llave no encontró la cerradura, corrompido por la sequía de sus entrañas, por el gris de su piel descolorida por la falta de toques de gracia a la hora adecuada cuando ella sonaba las campanas justo en pleno grito de la noche, cuando esta desnuda su oscuridad a la escandalosa mirada de la luna. Las campanas rebotaban en silencio, el silencio se reía a carcajadas de sus escamas de inocencia que seguirán cubriendo su decencia. Ella descendía por una montaña de incertidumbre de preguntas sin respuesta, envidiándole a la luna su lasciva presencia, contorneando sus anchas caderas, provocando al sol, totalmente satisfecha con ella, totalmente llena. Pero entonces a ella se le rompían las cadenas de su castidad, un canto de bacantes entre rimas de Venus y Marte la desencadenaban. En un baile de brazos y piernas todos entretejidos por la poesía, se consumían las velas de las estrellas, se prendía el farol de la mañana, y ella seguía perdida entre mares de espuma blanca en el que como sirena nadaba, se enrollaba en ríos salvajes de agua, cuesta abajo, bajo los retratos de su infancia que se le evaporaba por cada poro de su nueva piel, de sus nuevas escamas, una nueva pagina en blanco. Y su blanco se tenia de rojo, sus días de segundos, su dolor de placer. Pero entonces la luna envidiosa hamacaba su mitad para poder ver mas de cerca, envidiaba sus brazos colgados de su espalda, sus manos acariciando su rostro, sus labios besando los suyos. Las dos queriendo ser la otra, la otra queriendo ser ella y ella queriendo ser la otra, Ella meciéndose en su infinidad coqueteando con los poetas, con los deseos de los soñadores, dejándose rozar por el sol, quien sucumbe irremediablemente a sus encantos, regalándole su brillo y sin embargo ella vacía de cuerpo, celosa de ella no se puede dejar amar y Ella llena de cuerpo, vacía de poesía, muy lejos de su sangre, de sus venas, con un frió helado en los huesos, con un desierto desolado hecho mirada, envidia la inmensidad de la otra su falta de compostura, su innecesidad de cuerpo para ser venerada, su porte de diosa griega, desnudando en su complicidad al amor en su platónica realidad, con mijagas de resacas de cuerpo de otros cuerpos, de errores de la naturaleza no se puede dejar amar, con tan poco, con tan solo.Ella tan solo su cuerpo, Ella con tan sola su alma.
lunes, 15 de septiembre de 2008
Las Envidiosas
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